El impacto que ha tenido la pandemia de la COVID 19 en el mundo ha sido devastador para un gran numero  personas, pero no podemos negar que también le ha dado un respiro al planeta, poniendo  en evidencia que el  efecto que la contaminación le ha causado a nuestro mundo es casi irreversible, pero también hemos observado la regeneración de algunos  ecosistemas  como el de los insectos, las aves y también de algunos ríos y riachuelos, estos ambientes eran constantemente bombardeados antes de la pandemia con insecticidas de varios tipos, en fumigaciones masivas como una de las actividades en la lucha contra el dengue y otras arbovirosis, en el caso de honduras vemos una disminución en los casos de dengue en comparación a cifras de años anteriores, en parte por el control natural que ejercen los insectos, las aves y algunos peces sobre la población de mosquitos, sumado a la disminución en el desplazamiento de las personas entre comunidades y al aumento de las medidas de bioseguridad en  gran parte de los hogares en las ciudades con mayor población en nuestro país, sin lugar a dudas la pandemia ha demostrado que algunas de las actividades que se realizan en la lucha contra las arbovirosis deben de ser reducidas y controladas, otras actividades deben ser fortalecidas con una vigilancia epidemiológica más eficaz que adopte la tecnología como eje principal de sus actividades de prevención y abra los espacios para la implementación de herramientas de control adecuadas a nuestras necesidades.

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