Honduras enfrenta una crisis de salud pública sin precedentes a causa del dengue el país supera los 165,000 casos, con más de 200 fatalidades reportadas a la semana 40 del año 2024. Este brote, que ya es el más letal en la historia reciente del país, desplaza al brote de dengue del año 2019, evidenciando la creciente amenaza que representa esta enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes A. Es urgente analizar los factores que han contribuido a este fenómeno, con especial énfasis en el impacto del calentamiento global, la falta de adiestramiento en prevención y control, la escasez de tecnología adaptada a las arbovirosis, y la necesidad de fomentar una colaboración más efectiva entre las instituciones.
La relación entre el calentamiento global y el incremento en la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue es bien documentada. La región centroamericana, incluida Honduras, es especialmente vulnerable a las alteraciones climáticas debido a su geografía y condiciones socioeconómicas. Un informe de la Organización Mundial de la Salud ha constatado que el aumento de temperaturas y las variaciones en los patrones de precipitación han favorecido la proliferación de mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, los principales vectores del dengue. Estos mosquitos, con una capacidad notable para adaptarse a los cambios en su entorno, requieren urgentemente estrategias de control más sofisticadas y actualizadas.
A pesar de los esfuerzos realizados por los gobiernos y diversas instituciones, la capacidad de respuesta ante el dengue ha demostrado ser poco efectiva. Las estrategias de prevención y control existentes, como los mensajes educativos dirigidos a la población, la eliminación de criaderos y la fumigación, no han logrado hacer frente al problema en su totalidad. La falta de tecnologías modernas para monitorear y controlar las poblaciones de vectores ha limitado la efectividad de las campañas. La falta de herramientas para darles seguimiento a los pacientes y a sus familiares son nulas. Los métodos basados en la biología del vector y la ecología de la enfermedad son aún escasos y, en muchos casos, obsoletos.
La estrategia tradicional en el control del dengue ha fallado en abordar la complejidad de la interacción entre el ser humano, el vector y el virus. Las estrategias deben ir más allá de intervenciones puntuales y enfocarse en soluciones a largo plazo. La falta de capacitación adecuada del personal de salud en la identificación y manejo de arbovirosis también ha sido un factor limitante.
Un aspecto crítico en la lucha contra el dengue es la falta de comunicación y cooperación entre las entidades públicas encargadas de la salud. La fragmentación de datos y la ausencia de un sistema eficaz para compartir información dificultan la formulación de políticas públicas coherentes y eficaces. La desinformación y la falta de un enfoque multidisciplinario limitan la capacidad de respuesta del sistema sanitario.
Conclusión
La crisis del dengue en Honduras no solo es un problema de salud pública, sino también un llamado a la acción urgente para innovar en estrategias de prevención y control. Es necesario que el país ponga en práctica la evaluación de tecnologías sanitarias (ETS), que cuentan con el apoyo de la organización mundial de la salud (OMS) y que está vigente hace más de una década, los países no deben de estar atenidos a las soluciones externas y deben de crear los espacios para platear y evaluar otras tecnologías emergentes creadas por innovadores a lo interno, deben de formar equipos con la experiencia y los conocimientos necesarios, contar con sistemas de colaboración efectiva entre diferentes sectores que son esenciales para enfrentar esta creciente amenaza. Es momento de priorizar estos esfuerzos, no solo para controlar el brote actual, sino para construir un sistema de salud resiliente que pueda enfrentar los desafíos futuros y no darles tantas ventajas a los mosquitos.