En el año 2020 La covid-19 desnudo los sistemas de salud de los países del primer mundo y demostró la fragilidad del sistema al colapsar las atenciones hospitalarias exponiendo la falta de protocolos y las débiles estrategias ante eventos epidemiológicos de esta naturaleza. Pero no era la primera vez ya que desde hace dos décadas viene evidenciando la falta de preparación para enfrentar amenazas a la salud de las personas.
El dengue lleva dos décadas de estar avanzando y sobrepasando la desfasada vigilancia epidemiológica estandarizada en casi toda américa latina, explotando en grandes brotes que se repiten cada 4 o 5 años incrementando sus efectos en la población como en el brote de dengue del año 2019, donde alcanzo niveles máximos de contagio en países como Brasil, Colombia, Ecuador, México, Nicaragua y Honduras.
En el caso de nuestro país honduras, el año 2019 quedo registrado históricamente como el año con mayor número de casos de dengue, sobrepasando los 130,000 contagios y quitando la vida a más de 180 personas, incapacitando el sistema sanitario del país y dejando un impacto económico enorme.
América latina lleva dos décadas sumida en la misma pesadilla del dengue, mientras el culpable el mosquito Aedes aegyptis principal transmisor del virus se adaptó al cambio climático. Los sistemas de salud tratan de entender cómo adaptarse a un evento que comenzó hace más de 30 años, cuando el planeta experimento los primeros cambios en el aumento de las temperaturas. Lo cierto es que actualmente américa latina sobrepasa con creces el brote del año 2023 que reporto más de 5 millones de casos y 2,363 personas fallecidas según datos de la OPS. Pero el agresivo brote de dengue que afecta a latino américa posiciona al año 2024 como el número uno en contagios hasta la semana 30 con más de 11 millones de casos sospechosos, 5,940,700 casos confirmados, 14,915 casos de dengue grave, 6,250 muertes y una letalidad de 0.056%.
Ni el proyecto de la WOLBACHIA, ni los peces Gambusias que se alimentan de las larvas del mosquito, ni las fumigaciones con nuevos insecticidas y tampoco las débiles estrategias de prevención y control de la mayoría de países de América latina hacen frente al poderoso mosquito que año con año afecta la región.
Actualmente a la fecha nuestro país Honduras sobrepasa los 150,000 contagios y más de 200 personas han perdido la vida, desplazando del primer lugar al brote del año 2019 y situando al país entre los más afectados en américa latina.
Claramente la guerra contra este súper mosquito se está perdiendo, año con año demuestra su elevada capacidad de reproducción y su eficiencia en el contagio masivo colapsando en muchas ocasiones la capacidad de las salas de atención y hospitalización. Las instituciones parecen no estar conscientes que se enfrentan a un enemigo formidable con múltiples recursos que le permiten ambientarse a condiciones extremas como las que hemos experimentado en las última década como resultado del cambio climático. Pero el fondo del asunto es que las instituciones de salud en el continente demuestran una vez más que no son rivales para el Aedes aegyptis.
Lamentablemente la colaboración externa tampoco aporta soluciones ya que consientes de la amenaza que representan los arbovirus para la región de las américas y para una parte de áfrica las propuestas carecen de soluciones reales y efectivas volviéndose un ciclo vicioso que se ha repetido por décadas sin que haya existido oposición por parte de los gobiernos.
Así que, el panorama se torna cada año más complicado es solo cuestión de tiempo para que volvamos a tener otro brote que sea mayor al que estamos atravesando en la actualidad.